jueves, febrero 07, 2008

de olvido y camarones

Cruz Azul, 07 de febrero, 2008

Debe ser que un barco de papel cruza el vecindario y es hora de borrar, con cera, nuestras cicatrices.
He prometido a mis acreedores que la semana próxima les pagaré o pueden llevarse mis apuntes, mis notas de naufragio, mis jaulas y mis pájaros.
He prometido ser más amable con los vendedores y con los alumnos que han llegado a sexto grado de milagro.
Escribo pájaros, me entretengo con tu nombre que me sabe a guayaba.

En La ballena tomábamos Victoria y cantábamos La cosecha, los parroquianos se aliviaban del calor y dos meseras se mentaban la madre.

Escribo pájaros, los pronuncio con tu nombre. Tu espalda es un buen lugar para dibujar un mapa. Tus rodillas son un buen pretexto para apostar mi nombre, mi armadura de unicornio y mis monedas.

Tu espalda y un itinerario de naufragios.
Tu espalda es un buen pretexto para salir a gritar tu nombre por todo el vecindario.

édgar mena

miércoles, agosto 08, 2007

sin título

[...] estaba leyendo acerca de una planta muy hermosa que era endémica* de México: Mexipedium xerophyticum. Es una orquídea que hasta hace dos horas y cinco minutos, nunca había visto; encontré a alguien que la vendía, pero cuando lo contacté dijo que ya viajaba vía Fedex con su nuevo dueño; ahora, según las leyendas urbanas, podemos esperar hasta el año próximo cuando el orquideario río verde la venda, pues apenas la tiene germinada en frascos. La sorpresa es mayor cuando encuentro que dicha planta se vende en estados unidos (las minúsculas son a propósito) y hasta alguien la expuso no hace mucho tiempo en Alemania en una asociación de orquideófilos.

Cuando alguien descubre una orquidea, o cualquier otra planta nueva, siempre lleva el apellido del descubridor; en este caso un biólogo mexicano la descubrió junto con otros dos personajes, de ahí que lleve los tres apellidos de éstos, sus padres: Soto Arenas, Salazar y Hágsater.

Te cuento todo esto porque llueve y tengo frío,** también porque en la calle suena a todo volumen el bombón asesino. Más bien, debe ser en la casa de enfrente, pues siempre bailan cuando llueve, es como su pacífica manera de invocar la lluvia. Solamente que la lluvia no cae con ritmo de cumbia. Pensaba, también en mis dedos llenos de cemento y en el dolor de cabeza que me quedó después de pegar un billete de doscientos pesos que me dieron roto en el banco.

La planta de la que hablaba anteriormente, citando a uno de sus descubridores: Soto Arenas, es probable que ya no exista en su hábitat natural, pues esa zona se quemó, debido a las prácticas nada amables de deforestación. Tendríamos que ir a chismearlo, mi abuela dixit. Lo malo será cuando aparezcan los cuatreros armados con rifles y nos apunten para regañarnos por entrometidos. Entonces el gobierno dirá que está todo bien, que hay empleo para todos, sólo que somos flojos y no queremos trabajar en burger king.

Mi vecino canta y baila con piruetas próximas a su ventana. Un día de estos aterrizará en la calle, junto con la tormenta.

(Necesito, más bien, un barco para navegar a tu piel.)

Otros vecinos que no cantan canciones, prefieren reclamar los espacios para estacionarse. La lluvia, cierto, impide que su pelea termine en golpes, mientras otro vecino inmutable termina su baile con un paso acrobático.

Son las nueve diez, iré a ver qué noticias ha traído la lluvia; la semana pasada aterrizó un rin de no sé qué rodada en el patio. Quizá hoy, con suerte, haya caído el eje. Hasta siempre.

édgar mena

Notas:

* Endémica, queridos amigos, no es otra cosa que "exclusiva de un lugar", relativo a plantas y animales.

** Falacia peripatética del autor que, más bien, aún padecía los efectos del cemento uhu.

sábado, abril 28, 2007

de orquídeas

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La brassavola nodosa ha florecido dos veces esta semana y eso hay que celebrarlo. En la calle alguien vende burros para planchar y yo, que no tengo un mango para vender, me convierto en un dedo que apunta hacia el silencio. Habito en las habitaciones donde mujeres cantan algo que entristece. Y no hay eternidad en mis palabras, más bien, algo de polvo y promesas sobregiradas. Santa Lucía vuelve a cumplir quince años en mi carta.
Adjunto foto de Oncidium tigrinum que conserva su floración a pesar de que mi cuarto sólo guarda polvo y una manada de elefantes caminando hacia la ausencia.
La niebla, sí, la niebla y dos monedas para ocultarse de los soldados que nos persiguen para torturarnos, para violar a nuestras mujeres a cambio de información. Recapitulemos: siempre es esperar la madrugada entre los árboles, está prohibido encender el fuego para calentarlos; recapitulemos: está prohibido pronunciar nuestros nombres. Ahora, cierto, pronuncio todos mis naufragios.
Pero si he de ser sincero: las orquídeas conservan algo de tu nombre; guardan un poco de tus labios en mi espalda. La brassavola nododa ha florecido dos veces esta semana y eso hay que celebrarlo. Hasta siempre.
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jueves, marzo 01, 2007

"quisiera creerte, sabés", she dixit

entonces es preciso imaginar que el Omeprazol nos regala un día menos agrio. Narrar para que nadie escuche. Escribir para, quizá, encontrar en trenes el descanso. Narrar con la mentira de que a veces recuerdas mis palabras, o que hay en nuestros pasos una ruta similar y no un derrumbe. Escucho mientras tanto y nos despierta. Ala y cuervo vuelvo para pasar sin pozo y comezón. En la calle de abajo atropellaron a un gato, era su última vida y ya no se levantó: entonces ya nada nos salva; gato y manicomio. Entonces todos los gatos han emigrado a otras consecuencias.

Qué es, entonces, de los gatos que han escapado de sus casas. Y de los patos, también, que escapan de los lagos congelados. Y mi garganta se enfría, también, quizá sea hora de emigrar a lugares menos fríos. Trineos y soldados con melena; van a tener que matarme. Llueve en la ciudad de México; estoy enfermo y mi único descanso es pensar en tu cuerpo.

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martes, diciembre 26, 2006

fotos 2006

carta diciembre tres

Porque no hay en lo que callas ningún indicio de tormenta y a veces, sólo a veces, me detengo a observar a los perros que duermen afuera de los bancos, mientras la gente hace fila, mientras los guardias de seguridad auscultan el paisaje, mientras la tarde nace en los estacionamientos y en los patios.
Colecciona los relámpagos y escribe de un lugar para sentarse a tomar el desayuno. Alivia a marineros que regresan de largos viajes, escucha sus historias y acepta los regalos que han traído de otras tierras; enfermos y en silencio, convence a carpinteros de escuchar tus oraciones. Dibuja en los espejos un camino, una madrugada llena de niños en los parques, luego, si quieres, regresaremos a casa.
Ahora imagino esta carta para ti, sin mayores consecuencias, sin otra idea que escribir tu nombre, tus pies, o encontrar un mapa en tus rodillas. Despierta con los barcos que nos ofrecen su descanso, alivia a los rebaños que duermen con tu cuerpo. En los pasos que podemos dar para encontrar un circo, en las ventanas que podemos abrir para escapar a otras ciudades. Hasta siempre.

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