miércoles, abril 06, 2005

carta para itziar

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Yo quisiera y no quisiera
y no sé si usted querrá,
yo no sé si usted querrá
yo quisiera y no quisiera.
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Son jarocho
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Sucede que es difícil caminar sin zapatos, me niego a esperar aquí, me niego a rayar tu nombre en las paredes; me niego a no escuchar, aunque, en esta calle poco se oye, los perros dejaron de ladrar hace mucho tiempo; ellos, en realidad, nos guiaban hacia lugares sin columpios.
Itziar, me acusan de reírme en un país de tristes y en realidad no sé qué responder en mi defensa. Sigo escribiendo acerca de crisis matrimoniales en textos de Fabio Morábito, te escribo mensajes a tu celular y te preparo el desayuno. Hoy no llegó el periódico, pero sí llegó una carta suya donde me cuenta de ciudades grises y manzanas.
Un señor tocó la puerta para venderme una cama, y seguramente leyó en mi gesto que no necesitaba una cama, en realidad necesito tu cuerpo para una cama. ¿Se oye descarado?, corrijo: en realidad necesito tu cuerpo junto al mío; para qué carajos quiero una cama si no estás aquí.
Itziar, he coloreado cuadernos y fotografías, he escuchado toda la mañana a Erik Satie aunque mi vecina protesta; viene llorando a tocarme la puerta porque no quiere escuchar más a Satie. Señora, yo quiero escuchar a Satie porque amanece y no llueve y últimamente me ha dolido un poco la vida.
Pienso en los niños que no vendrán a visitarme porque hoy es miércoles. Pienso en las iglesias que esconden a marinos en sus campanarios. Señora, déjeme hablar de los marinos que huelen a muchos viajes; señora tan querida con nombre de naufragio, déjeme escuchar a Satie aunque en los altavoces un oficial grite y grite y si siga gritando que todos a sus puestos porque que hay que evacuar el planeta
de emergencia. Hasta siempre.
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