viernes, marzo 25, 2005

Nadie comentará esta carta

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No hay estaciones de trenes en la tristeza, Jimena; no hay música, ni películas francesas; aunque tampoco hay ceniceros. Tampoco estás tú, tampoco hay son jarocho para alegrar a las ventanas, a los gatos que sueñan escaleras, a las vecinas que cantan ruidosamente los domingos.
........Jimena, los niños de la calle han venido a apedrear mis ventanas, quieren que les devuelva una pelota que han volado. Tengo cuarenta pelotas en el patio, mi perra ve como algo ordinario que caigan pelotas; pronto hará su colchón encima de ellas. Pronto, ambos tendremos que emigrar de esta casa para dejar el lugar a las pelotas.
........Prefiero escribir que siguen apedreando mis ventanas, prefiero recordar que, cuando eramos niños --o los que éramos en aquel entonces--, escapamos con el señor de los camotes. Sólo le dimos vuelta a la manzana (qué chistosa frase), pero cuando regresamos a dos que tres chamacos nos recibieron a trancazos; no obstante que el señor de los camotes nos había negado nuestra merecida recompenza. Algo es cierto, no me gusta usar reloj, y nunca volveré a huír con el señor de los camotes.
.........Pero te sigo contando, Jimena, no hay barcos, ni hormigas; tampoco hay circos cercanos a la cerca. Late. No hay latas, ni vacas, ni leche, ni haches. No hay vidrios rotos, mucho menos niños que pidan a pedradas sus pelotas.
.........Quizá los niños hablen de vengarse, mejor voy a devolverles su pelota; quizá un día me inviten a jugar el interminable partido de todos los domingos. Yo sólo quería hablarte de la tristeza, quería contarte que no hace frío, que en la radio sugieren abandonar el planeta de emergencia; yo sólo quería escribirte una carta, y ya ves, no pude. Hasta siempre.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Siempre me ha gustado lo que escribes, gracias por tus palabras, significan mucho para mi!!!!!

11:22 p.m.  

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