nemo
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Jueves 7 de abril, ciudad de méxico. Aquí, con lo de siempre, todo sigue de manera normal. En México la mayoría de la gente es indiferente, se conforma. Un candidato prometió un cambio hace cinco años, prometió crecimiento económico, y un largo etcétera. No ha cumplido nada, todo sigue igual, sólo mentiras; pero pocos dicen algo. La gente se conforma. La vida en esta ciudad sigue como siempre. "El país sigue su marcha cotidiana", aduce el secretario de gobernación, amparado (ahora que está de moda hablar de los amparos) en su ineptitud. Cierto, la gente es indiferente a lo que sucede.
Mi vecina cantó, como siempre, canciones infantiles, los niños en la escuela repitieron las tablas de multiplicar, sabedores de que sólo uno de cada veinte podrá ingresar a la universidad un día. No importa, en este país no sucede nada. Diez de cada veinte un día se dedicarán a vender discos piratas en el centro. Niños, repitan conmigo: "En este país no sucede nada". Ahora inventarán una clase que se llame "Cómo crakear un disco I y II".
Aquí, con lo de siempre, no pasa nada. Se elimina a un adversario político mediante recursos absurdos, pero no sucede nada. Los diputados del PRI, siempre garantes del orden y la ley (¡ja!), votan a favor de la "legalidad".
En fin, por aquí, con lo de siempre. Me uno a la tristeza y a la desilusión; hace un tiempo, también pensé que este país había cambiado.
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Jueves 7 de abril, ciudad de méxico. Aquí, con lo de siempre, todo sigue de manera normal. En México la mayoría de la gente es indiferente, se conforma. Un candidato prometió un cambio hace cinco años, prometió crecimiento económico, y un largo etcétera. No ha cumplido nada, todo sigue igual, sólo mentiras; pero pocos dicen algo. La gente se conforma. La vida en esta ciudad sigue como siempre. "El país sigue su marcha cotidiana", aduce el secretario de gobernación, amparado (ahora que está de moda hablar de los amparos) en su ineptitud. Cierto, la gente es indiferente a lo que sucede.
Mi vecina cantó, como siempre, canciones infantiles, los niños en la escuela repitieron las tablas de multiplicar, sabedores de que sólo uno de cada veinte podrá ingresar a la universidad un día. No importa, en este país no sucede nada. Diez de cada veinte un día se dedicarán a vender discos piratas en el centro. Niños, repitan conmigo: "En este país no sucede nada". Ahora inventarán una clase que se llame "Cómo crakear un disco I y II".
Aquí, con lo de siempre, no pasa nada. Se elimina a un adversario político mediante recursos absurdos, pero no sucede nada. Los diputados del PRI, siempre garantes del orden y la ley (¡ja!), votan a favor de la "legalidad".
En fin, por aquí, con lo de siempre. Me uno a la tristeza y a la desilusión; hace un tiempo, también pensé que este país había cambiado.
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