domingo, junio 12, 2005

carta en forma de guayaba para una pianista que no conoce la tormenta

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He vuelto a casa para decir algo de su cuerpo, Señora. He vuelto para decir algo acerca de caballos que corren por su sueño.
Cuando escucho a Bach me enfermo como usted. Quiero platicar con los soldados que no saben nada del invierno, que no saben nada de su cuerpo, Señora. Me aparto con mi botín hacia el lugar en donde falta; último en la fila, me detengo frente a un abismo, como si me asomara desde mi ventana para ver si aparece un barco en el vecindario.
Huele a pan de centeno en su cintura.
Cuando los perros duermen, Señora; cuando los barcos atracan en su pelo; cuando la mañana, Señora; cuando los gatos, que hacen el amor, dibujan otra ciudad en los campanarios. Los perros, los soldados, los semáforos en preventiva y los cementerios donde me acerco para regalar abrazos a los deudos; la puta madre, Señora.
Swan nos dice pájaros desde la infancia. Meat Puppets nos menciona algo de un lugar en donde llueve y yo le ofrezco esta pendeja carta, Señora, para que llore; para que hable, con sus amigos, de las habitaciones podridas por el invierno, para que dibuje un bosque, una manzana, un largo camino en la tormenta.
Señora, mi abuela muerta me bendice desde el frío, me enfermo con los ríos, con las nueces, con los hombres que caminan para encontrar fruta en el olvido.
Sus senos me orientan en la niebla, Señora;

dibujo barcos en su cuerpo.

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é

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Si esa carta es para mí, no dibujes barcos en mi cuerpo, mejor dibuja frutas.

10:59 a.m.  
Blogger Tristán said...

A mí me gustaría que me dibujaran caballos. Jeje, pero no tú Édgar. Saludos.

12:55 p.m.  

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