carta
Ahora tengo una piedra que se llama como tú, Liliana. Ahora quisiera salir a cantar a la avenida Madero, juntar algunas monedas para llamarte por teléfono. Caminar con los enfermos y leer en tu cuerpo la ruta de las migraciones. Enciende un cigarrillo mientras hablamos de las piedras que se llaman como tú, como tus ojos, como tus manos. Quiero dormir a tus pies, en un rincón de tu cuerpo como recompensa a mi esfuerzo en la cosecha. Huérfano de tus pasos, me consuelo cantando en las esquinas canciones que no tienen nada de alegría, tengo frío y te cuento cosas acerca de los soldados heridos que se consuelan pensando en tu cuerpo y la tormenta. Y tú viajas a un lugar donde apenas sé los nombres de las calles; deberías, mejor, viajar hasta este lugar en donde faltas, hasta este lugar donde los relojes anuncian la hora en que la gente entra a sus casas para dormir hasta las doce.
..........Es la hora en que tus ojos regresan a mi cuerpo, es la hora en que más te pienso y más te extraño, es la hora en que regresas y yo te espero en las estaciones de autobuses. Es la hora en que los soldados heridos regresan a su patria, es la hora en que los misiles descansan de arrasar con las ciudades, es la hora en que puedo asomarme por la ventana para buscar tu casa. Es la hora del desayuno en los países donde los pescadores nos recuerdan. No llores, piensa en las redes y en los barcos, mira cómo los faros sugieren la mejor ruta, mira cómo los niños esperan en la playa el regreso de sus padres.
..........Mira en los libros el descanso, mira entre sus letras un mejor lugar para tus manos. Pierde tus gestos en los mapas, en los trazos que sugieran un río, una voluptuosidad en medio del paisaje; piensa en las ventanas de mi casa, en las escaleras que nunca conducen hacia un mejor lugar. Mira en mis ojos el final de la guerra, mira en mis ojos cómo los heridos emergen de las ruinas para buscar agua y alimento. Piensa en mi cuerpo que te pertenece, en mis manos, en mis pies, en mis rodillas; piensa en una ruta para que camines junto a mí; y, sobre todo, piensa en esta carta que hoy, miércoles 28 de septiembre del 2005, escribí para ti. Hasta siempre.
..........Es la hora en que tus ojos regresan a mi cuerpo, es la hora en que más te pienso y más te extraño, es la hora en que regresas y yo te espero en las estaciones de autobuses. Es la hora en que los soldados heridos regresan a su patria, es la hora en que los misiles descansan de arrasar con las ciudades, es la hora en que puedo asomarme por la ventana para buscar tu casa. Es la hora del desayuno en los países donde los pescadores nos recuerdan. No llores, piensa en las redes y en los barcos, mira cómo los faros sugieren la mejor ruta, mira cómo los niños esperan en la playa el regreso de sus padres.
..........Mira en los libros el descanso, mira entre sus letras un mejor lugar para tus manos. Pierde tus gestos en los mapas, en los trazos que sugieran un río, una voluptuosidad en medio del paisaje; piensa en las ventanas de mi casa, en las escaleras que nunca conducen hacia un mejor lugar. Mira en mis ojos el final de la guerra, mira en mis ojos cómo los heridos emergen de las ruinas para buscar agua y alimento. Piensa en mi cuerpo que te pertenece, en mis manos, en mis pies, en mis rodillas; piensa en una ruta para que camines junto a mí; y, sobre todo, piensa en esta carta que hoy, miércoles 28 de septiembre del 2005, escribí para ti. Hasta siempre.
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é
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2 Comments:
maravillosas palabras, llenas de sentimiento.
me encantaron.
Am que me ames, amo que me hagas feliz, pero ante todo te amo a ti todititititito mi bebé hermoso
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