sábado, septiembre 17, 2005

desde que soy feliz

Hablo de molinos de viento. Alguien me pregunta si quiero café, preferiría una estrella, una tormenta, una esquina en tu cuerpo. No tengo prisa para llegar al invierno, para dibujar en tu cuerpo, con mi lengua, otra mañana. No tengo prisa para llegar a la nieve, no tengo un duelo, no me duele nada, ni una muela, una fecha, una espera. Camino hacia tu cuerpo, guiado por tus manos, por el color de tus ojos; construyo puentes por si vienes a esperarme cuando termine el sueño.
Señora de las campanas que repiten canciones como ballenas.
Señora, duerme con los puertos, con los barcos, con los rebaños que los niños guían hacia el río. ¿Hay ríos en su cuerpo?
Vayamos a la calle a caminar con los trenes, señora. Vayamos en su automóvil hasta otra ciudad con calles frías, con teatros vacíos. Una ciudad en donde llueva. Una ciudad sin gatos abandonados en los callejones, pintemos en las bardas canciones para los ciegos.
No tengo vacaciones, no tengo un reloj, ni una raqueta. No tengo un pato, ni una chimenea; no tengo ganas de suicidarme, ni un ojo de venado. Vendado y vencido y sin tu cuerpo.

1 Comments:

Blogger Margarida V said...

maravillosas palabras. :)

5:33 p.m.  

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