martes, agosto 30, 2005

miércoles 31

Querida Tantriste:

Por aquí con lo de siempre, llueve, hay goteras en el techo de la casa, hay sillones y camisas que padecen las goteras; hay casas, sin embargo, que no tienen una gotera por abrigo. Por aquí con lo de siempre, resuelvo ecuaciones diferenciales lineales sólo porque no tengo una ventana para asomarme; sólo porque no tengo una canción para zapatear viernes sábado y domingo.

Mi computadora no se ha aliviado de sus males, pero escribo.

Hoy me acordé de usted, pensaba en su piano, en sus ojos tristes en una plaza de Guadalajara, pensaba en un cementerio donde nos alcanzó la niebla. Hace un año, creo, de eso, sería bueno volver el tiempo a ese día; quizá por eso mismo escucho su Concierto “Irreverente”, quizá por eso, también, escribo su nombre en esta carta.


En la calle camina una procesión, llevan un zopilote a enterrar; su herencia es su vuelo y su hambre de mirar barcos, ¿será que llueve?, ¿será que la extraño en noches de tormenta?

Pero esto no es una carta, es un piano y una flauta, es un automóvil, un semáforo, una ventana amarilla; es, mejor dicho, un viaje en trineo. Pensaba en el frío, pensaba en sus largos brazos, en sus dedos dibujando árboles llenos de pájaros y cántaros sin agua.

Cierto, yo le escribí un libro que se llama Cántaro, lo recuerdo a veces, cuando es viernes o cuando alguien dice algo acerca de la noche. Venga, vamos a comer al restaurant de comida vegetariana que está sobre Madero, venga, prometo contarle algo de pingüinos y de trenes. Hasta siempre.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Norma Malher: Hola, tu texto es muy triste, pero tiene una belleza interesante. Me gustó mucho.

12:37 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

...

6:02 p.m.  

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