lunes, mayo 30, 2005

sin yaya, sin rebaño y sin país

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El repartidor de periódicos ya no confunde mi puerta con la del convento. No hay piletas ni arados en los sueños donde bailas. Tu nombre significa "la que baila para dios", tu nombre significa "en las hormigas que despiertas". Algunos soldados dibujan mapas, otros prefieren hablar de ti, porque hablar de ti es más saludable que los ríos.
Y mi madre me regala un arado por ser joven.
Hoy quiero aprender algunas canciones infantiles para enseñárselas a los hijos que no tengo; o a los hijos que nadie ha venido a enjaretarme. Convencido por la lluvia, he subido a mi azotea para orientar correctamente la dirección de mi antena; mi televisor sólo capta fantasmas haciendo el amor en la cocina. ¿O será la vecina que cocina para la cena?
Prefiero que no sea martes en tus cartas, en las mías es octubre y te despiertas a las tres de la mañana, me pides que te abrace por el frío, me pides que te despierte para ir al trabajo. Un día, a media noche, nos pondremos a contar historias de barcos hundidos en un cuaderno de dibujos. Un día nos contamos una historia de soldados haciendo la guerra los soldados que viven en la cuadra de al lado.
Si estás sola en tu casa, llámame o ven a visitarme, prometo hablar de un lugar en donde llueve. Déjame convencerte que es domingo en las habitaciones. Acordaremos el horario de tu cuerpo al mío. Nos acusaremos mutuamente de habernos olvidado en otro tiempo, en otra vida, en otro cuento. Volveremos, eso sí, a encontrarnos en el mismo café del centro de la ciudad con un Diccionario Jázaro bajo el brazo.
El repartidor de periódicos ya no me confunde con guardafaros; es más, ya ni me saluda. Regalo árboles a los niños que amablemente vienen a llevarse mi basura.
Son las siete. Imagina un lugar donde podamos sentarnos a esperar una tormenta, donde podamos sentarnos a esperar el autobús que nos lleve a otra ciudad. Construye un rompecabezas, lee la Crónica del pájaro que da cuerda el mundo. Yo, mientras tanto, iré a comprar manzanas al mercado; pero prometo regresar el año que entra para seguir hablando de los papalotes, de los perros y la infancia. Hasta siempre.
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