martes, mayo 24, 2005

sin rebaño


Querida Liliana:
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Caminé hasta encontrar el mercado que está cerca de la rue de Buci. Había dos perros frente a una cafetería; yo, sin compañía, me dediqué a contar las palomas que contagiaban felicidad a los turistas. Nunca puse atención a los letreros que anuncian el menú en este lugar, nunca me detuve a mirar a las palomas; tampoco había escuchado tu voz con los campanarios. Nadie te recuerda cuando llueve. Tengo una foto tuya en donde ríes, tu risa me cuenta de una víspera de helada. Casi lo olvido, tu risa sube, tu risa es un surtidor en medio del verano
Que he olvidado mi reloj en la ventana, que todas las ventanas sin luz te pertenecen; también los perros y una vieja casa donde nadie duerme. Quizá porque es viernes extraño tu piel, quizá porque es viernes has venido a hablarme de un país donde los niños descansan con la fruta y con los barcos.
Que los gatos duermen, que en los libros dibujas astrolabios; que no sé decirte algo cuando llueve. Compro el periódico para enterarme que despiertas, recuerdo una mañana en tus caderas, recuerdo un país de pescadores en tu espalda.
Nadie vendrá para contarnos de la ausencia, no hay barcos que atraquen en los lugares donde faltas. Hay ríos con peces que no saben nada acerca de la muerte. Tu ausencia me pertenece para dormir, para bañarme, para pedir el desayuno en un lugar cerca de la rue de Buci. Tu ausencia es un lugar en donde escribo.
Que recuerdo un lugar en tus rodillas, en tu sexo.
Los turistas ríen porque las palomas se estacionan en la mesa donde desayunan, yo pienso en las ganas de llorar que tengo porque faltas. Porque sería bueno que estuvieras aquí para decirme que qué turistas tan pendejos que ríen por cosas tan pendejas.
Si estuvieras aquí, podría decirte que Barcelona es campeón de la liga española; que ayer, en la carretera, a media noche, se me pinchó una llanta; que nunca te he hablado de un árbol de mangos en la casa de mi abuelo. Si estuvieras aquí podría decirte de un lugar en donde llueve cuando es viernes, como hoy. Podría decirte, también, que no he visitado a los amigos hace ya muchos años. Podría contarte de Holden Caufield y de mi tristeza que a veces, cuando llueve, se sienta a esperarte cerca de la puerta.
Si estás en otro lugar donde hay columpios, no olvides revisar las llaves del gas, no olvides pagar el recibo de teléfono a tiempo. Estaciónate correctamente sin estorbar a los vecinos. No hagas ruido, abre los sobres de mis cartas como si hubieras esperado mil años para hacerlo. Y no llores, aunque yo esté llorando porque faltas.
No hables a tus hijos de mis libros, tampoco les vayas a contar que no dormía, o que nunca aprendí a nadar. Apaga la televisión para dormir y no cantes esa horrible canción aunque estés contenta. Ah, y por favor, no camines por la rue de Buci cuando haga frío.
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