martes, octubre 11, 2005

sin tormenta

¿Encontró su cartera? ¿Está lloviendo en Guadalajara? ¿Ha ido a un circo últimamente? Aquí cae granizo, arquitecta, los árboles lo saben mejor que yo, pero lo saben, a su vez, menos que mi casa: tengo una gotera. Con el agua ladran los perros de esta calle, a veces se oyen más sus ladridos que la lluvia en las ventanas, en los automóviles que están estacionados en la calle. ¿A dónde van los pájaros cuando llueve, arquitecta? ¿Huyen como los patos cuando los lagos empiezan a descongelarse? Usted hablaba de un lugar para construir un parque de diversiones con jirafas y columpios, un lugar para los niños, un lugar en donde nunca lloviera, como hoy, en esta calle. Mis vecinos construyen una trinchera para que el agua no entre en sus casas. ¿Y si construimos otra calle, otra ciudad, otro paisaje? ¿Y si cantamos otra canción donde nadie nos olvide, donde nadie nos ignore, dónde nadie nos mienta con la vieja historia de los viajes espaciales? La ciudad tendría otros patios, otras habitaciones, otros amigos; incluso otra manera de mirar por las ventanas. Tendría, por último, otras palabras para escribir nuevas cartas, nuevas rutas hacia no sé dónde. Hasta siempre.
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