miércoles, febrero 01, 2006

noticias del mundo, con acento regio



En la casa de enfrente ensayan para una boda. Yo dibujo elefantes en las paredes de mi cuarto, cuando regrese del trabajo tendré que borrarlos, prefiero evitar las desbandadas. Los elefantes, por su buena memoria, podrían recordar los mapas que no he guardado y las canciones (siempre las mismas) que escucho hasta que es de madrugada. Dibujo elefantes para tener algo que contar en esta carta, lo cierto es que no ha ocurrido nada importante por aquí. Salvo un breve viaje a Tlaquepaque, un poco de tráfico, gente que camina en los parques y campanas sonando a media noche, cuando uno regresa del estadio, ja. Vayamos mejor a los lugares donde llueve, a los lugares lejos del tráfico y la impuntualidad. Pensaba en una interpretación suya de Bach al piano, que me dejó escuchar alguna vez; de pronto me da por escucharla de nuevo, la recorro en mi imaginación como se puede recorrer una tormenta, un cuaderno de primaria. Mi vecina regaña a su hijo por alguna causa, escucho sus reclamos. Yo, que no tengo otro oficio sino escribirte cartas, me dedico a coleccionar los pájaros que se acercan a comer en mi ventana, cuando tenga más de cien iré a soltarlos a Padahuel. Vayamos, sí, a los lugares donde no haga frío, donde una bicicleta pueda alejarnos de un abismo. A veces pienso en sus manos, en sus dedos que dibujan mapas con las teclas. A veces me detengo en los parques para ver cómo la gente camina, espero el momento en que pueda verme cruzar la calle, entrar en un café y elegir la mesa más amable; quizá entonces pueda acercarme para preguntar si estoy contento, si mis amigos han llamado o si he dormido bien. Hasta siempre.
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