sábado, diciembre 03, 2005

domingo

Festejar los cumpleaños familiares, llorando. Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cucuy, como un cocodrilo... si es que los cucuies y los cocodrilos no dejan nunca de llorar.


Oliverio Girondo

Hoy no quiero escribir una carta, quiero escribir un tren, una ventana; quiero escribir una ruta menos triste. Un aeroplano ha pasado trece veces sobre mi casa diciendo que votemos por alguien, Kamila lo observa, lo sigue con la mirada, después se distrae en otras cosas. Hoy no quiero escribir una carta, quiero guardar silencio; quiero escapar, disolverme con la lluvia, sin que alguien me recuerde cuando esté tirado sobre el asfalto. Esto no es una carta, es un tren de juguete, es un mapa que alguien dibuja cuando duerme. Hoy no existo, soy solamente alguien que quisiera no estar aquí, no ser estas palabras. Cuando la tristeza es mucha, como hoy, debería haber una puerta para ocultarnos, para escapar hacia la nieve, hacia la arena. Una buena manera de morir sería caminar sobre el desierto; y, por qué no, también sería bueno dormido con el frío. Hoy quiero morir con el frío, quiero apagar las luces, escuchar solamente el sonido de los automóviles creciendo en la calle; quiero todas las cortinas cerradas. No quiero estar aquí mañana, no me interesa escribir de nuevo que estoy aquí y no tengo algo amable en qué pensar; tampoco tengo a alguien que responda esta pendeja carta sin motivo. Cierto, nadie responde mis cartas, ni siquiera yo pues me falta tiempo, me falta aire, me falta algo interesante en qué pensar para decir algo. Ni si quiera yo tengo algo interesante qué contarme. Ni siquiera yo sabría las palabras para consolarme. Hoy no quiero escribir una carta, quizá las vías para un tren de juguete, quizá un río, un hormiguero o, por qué no, un testamento.
.
é
.
Image hosted by Photobucket.com