viernes, julio 21, 2006

melonera

Creo firmemente que quien recurre al insulto para defender sus ideas, lo hace porque su capacidad de diálogo ha desaparecido. Quien nos muestra su furia, lo hace porque su estupidez es más grande que su talento para argumentar. Una parte del Libro del Génesis nos recuerda que, en otro tiempo, los hombres decidieron construir una torre para llegar hasta el cielo. Ellos hablaban la misma lengua, en consecuencia, ésta era su arma para lograr dicho objetivo. La palabra les confería ese poder. Cuando Dios conoció sus intenciones, decidió confundir la lengua para detener su ambición de alcanzar el cielo; después de lo anterior, ningún hombre podía entenderse con otro, lo que causaba enormes conflictos. Octavio Paz comenta algo relativo a este mismo tema: “La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono [...]”, conservo la palabra que marqué en cursivas para apuntalar mi argumentación. El poder que menciona Paz es el mismo con el que amalgamaron sus ladrillos esos pretéritos hombres.
Recientemente he recibido, además de insultos, parte del spam que vomita Internet, ya que los simpatizantes panistas lo utilizan para argumentar, como una forma de sustituir su carencia de ideas. No es de extrañar, pues es una reproducción a escala del ambiente que se vive en el país; lo han descrito con elocuencia muchos analistas. La chabacanería nos invade, la política se ha convertido en un tema que puede ser banalizado en el guión de un programa cómico; la opinión puede dictarse (o eso es lo que cree Emilio Azcárraga y su séquito de lectores de noticias) desde un foro de Televisa, o en las revistas y periódicos (se llama calumnia sistemática) que son propiedad de los empresarios. Las “propuestas de gobierno” que caben en 30 segundos al aire, o los argumentos que pueden intentarse por Internet, con la lastimosa característica de este medio: la inmediatez. (Explico: Internet es un medio con carencias, cualquiera puede decir lo que sea amparado en el anonimato. Cuando digo “lo que sea”, soy claro, cualquier cosa sirve para intentar expresar una idea. Cierto, también hay honrosas excepciones, aunque son menos).
López Obrador, cierto, se ha perdido en su propio laberinto, ha agotado sus baterías en combatir sus propios fantasmas. Al candidato que siempre nos mostró su ego, o que sus deseos de llegar al poder superaban a sus argumentos para explicar sus disparates, no podemos pedirle que recobre la cordura. Por otro lado, la risa sardónica de Calderón para mofarse de sus adversarios (y de los pobres más pobres del país que no votaron por él –véase el mapa de las votaciones–), pues sabe que atrás de él está la gran maquinaria gubernamental, la Ley Televisa (incluidos las invitaciones a votar a favor de su partido en la telenovela “La fea más bella”) y los empresarios que, como escribía un comentarista político, no son capaces de ofrecer buenos salarios a sus trabajadores, pero sí para cerrar filas y sumar todo su encono con tal de combatir a quien amenaza cuestionar sus intereses. Cuando me refiero que Calderón se burla de los pobres más pobres, lo digo con el argumento que me ofrece, penosamente, una tragedia. El huracán Stan lastimó Chiapas y Cancún por igual (debo mencionar que estos dos lugares resultan antípodos en cuando al auge económico), sin embargo, el gobierno se apresuró a levantar Cancún, dejando para el final a Chiapas, aun cuando es un estado con grandes problemas económicos. Todavía hay gente que espera la ayuda para reconstruir sus viviendas.
La ironía es prima del humor, sin embargo, la primera contiene un elemento de crítica y en ello radica su utilidad; en cambio, el humor es libre, es un acto lúdico para representar algo y carece de toda intencionalidad. Lejos, muy lejos, de estas dos definiciones está el sarcasmo, pues éste contiene una dosis malintencionada de burla. Es una actitud que conlleva cierta mordacidad, como lo cuenta la misma historia de la palabra: Sarcasmo proviene del griego Sarkasmós, palabra que a su vez procede de un verbo, Sarkazein, cuyo significado era "desollar, lacerar, cortar la carne"; de ahí mismo procede la palabra Sarcófago. Ejemplos: el sarcasmo de “los quince minutos”, o del crecimiento económico al “siete por ciento”; es más, el sarcasmo de Calderón, quien cada vez que aparece en televisión nos corrobora su intolerancia. Véanse, por ejemplo, las declaraciones que hizo para menospreciar los testimonios de mujeres que sufrieron abuso sexual en Atenco.
Distintos reporteros han descrito el ambiente polarizado del país, los mensajes por Internet, las pintas en los baños que mencionan: “Haz patria, mata a un perredista”, o la lamentable parodia que se hizo del “Amlito” de José Hernández acompañado por la frase de Bertha Chaneca Maldonado: “Sonríe, ya ganamos”. Donde el dibujo de Obrador recibe un disparo en la frente y se hunde. También debo anotar los insultos en contra de Calderón, aunque esto, en realidad, me parece más bien un gesto de impotencia, no de burla, ya que para las personas que votaron por Obrador será más difícil aceptar la derrota, pues esperarán otros seis años para tratar de cambiar su realidad.
No es de extrañar que los insultos provengan de simpatizantes de un partido que cotidianamente muestra su desprecio por la palabra y por los intelectuales; cuyo presidente del partido llamó a Elena Poniatowska “pobre señora”; o como Vicente Fox, quien felicitó a dos mujeres indígenas por no leer periódicos; no es de extrañar el origen de ese odio. Es lamentable, también, que las televisoras abonen a favor de este encono, todo el tiempo, en todos los programas. La televisión, lo único que este país tiene de primer mundo (me refiero exclusivamente a la parafernalia), suma sus esfuerzos para dictar el rumbo del país, lo condiciona en sus programas cómicos como “El privilegio de mandar”, o en sus noticiarios, donde sus lectores de noticias intentan un mediocre papel de voceros del estado.
El filósofo alemán Hans-Georg Gadamer, nos recuerda que: “El que tiene la palabra tiene al mundo”. Con la frase anterior quiero apuntalar la idea central de este comentario, pues pienso que cuando alguien recurre a los insultos, antes de auscultar un poco dentro de su imaginación en busca de argumentos, el mundo se ha perdido; significa que ha triunfado la barbarie. Hasta siempre.
.
édgar mena
Image hosted by Photobucket.com