martes, diciembre 26, 2006

fotos 2006

carta diciembre tres

Porque no hay en lo que callas ningún indicio de tormenta y a veces, sólo a veces, me detengo a observar a los perros que duermen afuera de los bancos, mientras la gente hace fila, mientras los guardias de seguridad auscultan el paisaje, mientras la tarde nace en los estacionamientos y en los patios.
Colecciona los relámpagos y escribe de un lugar para sentarse a tomar el desayuno. Alivia a marineros que regresan de largos viajes, escucha sus historias y acepta los regalos que han traído de otras tierras; enfermos y en silencio, convence a carpinteros de escuchar tus oraciones. Dibuja en los espejos un camino, una madrugada llena de niños en los parques, luego, si quieres, regresaremos a casa.
Ahora imagino esta carta para ti, sin mayores consecuencias, sin otra idea que escribir tu nombre, tus pies, o encontrar un mapa en tus rodillas. Despierta con los barcos que nos ofrecen su descanso, alivia a los rebaños que duermen con tu cuerpo. En los pasos que podemos dar para encontrar un circo, en las ventanas que podemos abrir para escapar a otras ciudades. Hasta siempre.

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carta diciembre dos

mis orquídeas han crecido con el frío; Pacho, el perro de Chango, tiene un suéter nuevo marca Calvin kan; los abrigos escasean y amanecemos a tres grados; me despierta un rechinido, quizá una cama que amanece más temprano, quizá dos cuerpos que se encuentran, que dibujan de otro color la madrugada. Encuentra en las canciones un desierto, una hoja coloreada por la ruina. ¿Y si repartimos pan a los que regresan de otras tempestades?
Los gatos duermen con orquídeas en los patios, y mi traje nuevo tiene una arruga difícil de planchar. Escasean, también, los astronautas, las latas de atún en las veterinarias. Robaremos las escobas de los pueblos habitados por la ausencia.
Ofrece el descanso de tus labios a los gatos que sueñan que graniza. Canta con los niños en las esquinas y en los parques, disfrázate de colibrí con los enfermos.
Mi hermana se viste de aguacero y nos espera para contarnos algo acerca de caminar descalzos, algo de los diluvios que han envejecido nuestros cuerpos. Mi hermana se enferma con los trenes que se alejan sin llevarnos.
Despierta con los barcos que atracan, con paciencia, en la paciencia de tu espalda.
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carta diciembre uno

en los pajaros que duermen y en los campos, en los picaportes y en las latas que han abandonado en los balcones, en la música que crece adentro de los circos, en las tarjetas de navidad que se han perdido en el camino, en los consejos que nadie nos dio acerca de la vida, en la lámpara que puede guiarnos hacia un río, en las estampas de un olvidado álbum que aún conservamos en los sueños, en las tumbas y en los pozos de agua que a veces son lo mismo;
con los ahogados y los niños, con las vecinas que salen vender pan, con el alivio que produce el frío en las orquídeas;
escribo para que tus palabras puedan saludar a los ladrones, escribo para que puedas dormir sin soñar enredaderas, escribo para que estés aquí y puedas dictarme un epitafio, escribo para caminar contigo en la arena; nm
mi padre cobra su salario de limones y pregunta si aún tengo hambre, si he dormido bien, si tengo dinero;
a veces me llamas con los nombres que nunca soñó tu padre;
nunca he estado en el paraíso que ofrecen tus caricias;
pronto, las ventanas ofrecerán un espectáculo de mujeres desnudas, de grandes abanicos que inútilmente ocultan su alegría;
dispones las medidas para abrigarnos del frío, prefiero las letras y la lámpara que ocultan tus caderas;
a veces canto para que despiertes; a veces, también, dibujo el paisaje de un sistema planetario entre tus piernas;
hasta siempre
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