...
Alérgica a bañarte los domingos, pues a otras ciudades nos se llega en ciclopista. Podemos llegar a Tecate de aventones y cruzar la línea de mojados, prepara un suéter negro y unos cómodos zapatos; si nos agarra la migra a las seis estaremos en Tijuana desayunando tacos.
Escribir así, sin ti, por ejemplo; escribir que uno no tiene una nuez, mucho menos un buen abrazo. Escribir que uno no tiene un loro, una casa cerca del mar. Escribir, más bien dicho, sin palabras, con puros gestos y señales. Escribir que uno está triste, para variar, y todos los amigos se han ido en naves espaciales. Entonces es podrido sentirse mal y abandonado. Hay que recurrir al viejo truco de escribir una carta para evadir la soledad; pero no tiene mayor chiste, el conejo hoy no saldrá de la chistera. Caroll se ha ido al mar para siempre. Caroll tiene un conejo y las palabras necesarias para dibujar un mundo más amable. Escribir, por ejemplo, también, que no ha llovido, que desconozco muchas cosas, que la indiferencia me grita al oído, que mi padre corta limones en un país distinto, que no sé patinar, ni conducir un automóvil, que no tengo una bandera, un cenicero, ni un buen motivo para sentirme feliz este día.
Alérgica también a los hospitales, a cambiar un neumático. Iremos a Tijuana, con miedo, sin agua y sin coyote, aunque usted no quiera llegar a ese país por los malos recuerdos; aunque usted no esté aquí para que me abrace por el frío. Escribir que sí, que quizá, que su espalda es mi descanso, que mis ojos sin sus ojos se vuelven una habitación vacía. Saca un conejo del bolsillo, un barco; llévame a un lugar donde no haga tanto frío y siembra girasoles en mi espalda.
Escribir así, sin ti, por ejemplo; escribir que uno no tiene una nuez, mucho menos un buen abrazo. Escribir que uno no tiene un loro, una casa cerca del mar. Escribir, más bien dicho, sin palabras, con puros gestos y señales. Escribir que uno está triste, para variar, y todos los amigos se han ido en naves espaciales. Entonces es podrido sentirse mal y abandonado. Hay que recurrir al viejo truco de escribir una carta para evadir la soledad; pero no tiene mayor chiste, el conejo hoy no saldrá de la chistera. Caroll se ha ido al mar para siempre. Caroll tiene un conejo y las palabras necesarias para dibujar un mundo más amable. Escribir, por ejemplo, también, que no ha llovido, que desconozco muchas cosas, que la indiferencia me grita al oído, que mi padre corta limones en un país distinto, que no sé patinar, ni conducir un automóvil, que no tengo una bandera, un cenicero, ni un buen motivo para sentirme feliz este día.
Alérgica también a los hospitales, a cambiar un neumático. Iremos a Tijuana, con miedo, sin agua y sin coyote, aunque usted no quiera llegar a ese país por los malos recuerdos; aunque usted no esté aquí para que me abrace por el frío. Escribir que sí, que quizá, que su espalda es mi descanso, que mis ojos sin sus ojos se vuelven una habitación vacía. Saca un conejo del bolsillo, un barco; llévame a un lugar donde no haga tanto frío y siembra girasoles en mi espalda.
.
é
.