lunes, enero 23, 2006

...

Alérgica a bañarte los domingos, pues a otras ciudades nos se llega en ciclopista. Podemos llegar a Tecate de aventones y cruzar la línea de mojados, prepara un suéter negro y unos cómodos zapatos; si nos agarra la migra a las seis estaremos en Tijuana desayunando tacos.
Escribir así, sin ti, por ejemplo; escribir que uno no tiene una nuez, mucho menos un buen abrazo. Escribir que uno no tiene un loro, una casa cerca del mar. Escribir, más bien dicho, sin palabras, con puros gestos y señales. Escribir que uno está triste, para variar, y todos los amigos se han ido en naves espaciales. Entonces es podrido sentirse mal y abandonado. Hay que recurrir al viejo truco de escribir una carta para evadir la soledad; pero no tiene mayor chiste, el conejo hoy no saldrá de la chistera. Caroll se ha ido al mar para siempre. Caroll tiene un conejo y las palabras necesarias para dibujar un mundo más amable. Escribir, por ejemplo, también, que no ha llovido, que desconozco muchas cosas, que la indiferencia me grita al oído, que mi padre corta limones en un país distinto, que no sé patinar, ni conducir un automóvil, que no tengo una bandera, un cenicero, ni un buen motivo para sentirme feliz este día.
Alérgica también a los hospitales, a cambiar un neumático. Iremos a Tijuana, con miedo, sin agua y sin coyote, aunque usted no quiera llegar a ese país por los malos recuerdos; aunque usted no esté aquí para que me abrace por el frío. Escribir que sí, que quizá, que su espalda es mi descanso, que mis ojos sin sus ojos se vuelven una habitación vacía. Saca un conejo del bolsillo, un barco; llévame a un lugar donde no haga tanto frío y siembra girasoles en mi espalda.
.
é
.

jueves, enero 12, 2006

sin caroll

[ a veces édgar no tiene ganas de despertar, preferiría quedarse dormido, preferiría la oscuridad de los naufragios; a veces édgar no quiere desayunar, preferiría una guayaba o el olor de los panes; a veces édgar está triste y no es valiente; a veces édgar no es édgar sino un ser podrido y triste que camina por las calles, entonces los ancinados se preguntan si ese es édgar mena o el fantasma de édgar mena; a veces en las fiestas a édgar no lo sacan a bailar porque se vuelve gris, se desdibuja con el frío; a veces édgar se siene solo, sin amigos, sin compañía y tampoco tiene un abrigo, una armadura; a veces édgar mena se cae a palos, se entristece, se pudre y vuelve a morirse, como si no se hubiera muerto ya tantas veces de tristeza ] [ no me despierten, quiero ir a comprar berenjena, flores de calabaza y champiñones; pero no deseo despertar mañana; no me despierten, por favor ]

sábado, enero 07, 2006

¿cocodrilo astronauta?

Cada día descubro una nueva grieta, una nueva ruta para hundirme. Señora, pienso en su piano y en ese día que perdió sus lentes. Acordamos vernos en la nevería “La presumida”, ¿lo recuerda? Entonces me platicó algo de los columpios y su graduación; a veces regreso a ese lugar para buscar sus lentes, a veces vuelvo a la niebla que cubre los cementerios. Cada día descubro una grieta escrita en mi cuerpo, en mis espalda; ayer perdí un dedo, un niño se lo llevó, seguramente, para apedrear a sus enemigos. Pienso en su espalda, señora, en sus labios haciendo caminos de niebla por mi espalda, por mi sexo; en lo pobre diablo que soy, si usted no está conmigo, señora, para preguntarme la hora, para decirme que hoy es viernes y alguien se ha robado la correspondencia. Compraré un carro, señora, pero, como usted sabe, nunca aprendí a manejar; trataré de llegar a su casa con cuidado, sin atropellar pájaros en las esquinas. Me derrumbo con el frío, señora, sin usted y lejos de su respiración. Pienso en el frío y en su infancia. La imagino dibujando música, la imagino dibujando una tormenta. A veces me preocupo por usted, pues me pregunto si ya habrá llegado del trabajo, si estará dormida. En la casa de enfrente hay una fiesta, señora, la gente baila y sale a orinar frente a mi ventana; yo imagino una carta sin dirección para usted, yo pienso en sus ojos azules, señora, mirando hacia un barco en donde la tripulación se despide porque sabe que morirá. Desde hoy, señora, le tengo miedo a los espejos, a los desayunos económicos y a las gaviotas. Desde hoy, señora, dibujo trenes en sus rodillas que me faltan; escribo para no dormir y escribo para estar, aunque esto es fantasía, más cerca de usted. Hasta siempre.
.

é
.
Image hosted by Photobucket.com