miércoles
Sucede que los enfermos han salido de las salas de emergencia y ahora cantan en los parques. Mi computadora hace un ruido extraño, nunca antes lo había percibido, pero es como si roncara, como si quisiera decirnos algo; aunque no tengo la menor idea de sus gritos.
A veces me divierto con los niños que juegan a ser árboles, que juegan a morirse en los campos de batalla que han improvisado en los jardines. Cuando se cansan, sugieren una tregua para levantar a sus heridos, les lavan los pies y los entregan a las afligidas madres. Y todos pasean con sus gatos.
Sucede que he gastado mis monedas y mis libros y ahora me dedico a contar escarabajos.
(Alguien grita por la calle que se acerca una tormenta.)
Sucede que abrevio al bajar las escaleras, prefiero rodar; cuando eso sucede, me veo como si hubiera peleado con un gato.
Sucede que amanece si respiras a mi lado, si dibujas un tren en mis rodillas, si repites la oración de tus labios en mi espalda. Cuando callas, se detienen los relojes y los faros. Hasta siempre.
edgar mena