sábado, marzo 25, 2006

de Melón

En tu cadera
huele a pan de centeno

é

domingo, marzo 19, 2006

diecinueve días después


1) Prefiero las ventanas abiertas, ofreciendo su color, su madrugada, los gritos de la vecina que ha encontrado una naranja. (2) Niños de doce años con sus rifles, imaginando un lugar para guardar sus banderas. (3) Ejércitos cansados chapoteando en los ríos que aparecen por milagro. (4) Esto no es una carta, es una ración de trigo, (5) es una locomotora atravesando la lluvia. (6) Prefiero las guitarras que duermen a los niños. (7) Esto, más que una carta, podría ser un puente, (8) una historia que cuentan los ancianos en los parques. (9) En la calle, dos hombres pelean por culpa del semáforo; alguien canta canciones de la guerra; yo prefiero guardar mis monedas para el frío. (10) Prefiero ordenar mis soldados de plomo en sus trincheras. (11) Y usted aprende a decir el nombre de los que ahora duermen, de los que aprenden a volar un papalote. (12) Usted teje vestidos, cuando los demás han salido a comprar algo para la cena: champiñones, piña y pollo; además de 29 pesos del cereal, 6 pesos de una esponja para el baño, 39 del shampoo y 4 pesos de unos Trident; (13) usted se detiene a levantar lo que otros han olvidado, guarda en su memoria los violines que dibujan una tormenta de granizo. (14) Prefiero un gato dormido sobre el televisor. (15) Observo por la ventana a los que regresan del trabajo; yo, que no tengo trabajo, me dedico a alimentar a las hormigas que viven en el patio. (16) Hay abejas que duermen en los libros. (17) Le viene bien a esta carta un barco, una licuadora (pagada en cómodas mensualidades) y un sillón; le viene bien a esta conversación un río, un clima más amable, una canción que diga cosas de los trenes. (18) Kamila observa unos peces que me han dejado encargados. Imaginará lo que sucedería si ella fuera un pez, ¿pezkamila? (19) En la calle, los niños lamentan una anotación del equipo contrario, e ignoran que Kamila quisiera ser un pez náufrago. (20) Escribo, no me gusta la cebolla e intento ser puntual todos los días. (21) Hasta siempre.
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é
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miércoles, marzo 01, 2006

carta

Por aquí, con lo de siempre, he regresado de la ciudad y necesito escribirte una carta. Los gatos han armado un desorden en la azotea, y mis vecinos pelean por los espacios para estacionar sus automóviles; yo, que no tengo automóvil, tampoco tengo un motivo para salir a discutir. Preferiría, eso sí, conversar contigo acerca de las novedades en la librería, de las canciones nuevas que se oyen en la radio. Me entretengo con los programas deportivos y leo las cartas en donde me cuentas de tu ciudad, del clima y de los lugares que te gustaría visitar en vacaciones. Por aquí, con lo de siempre, he regresado a tomar clases de inglés, y en unas semanas entraré a portugués.
Recorro contigo ciertas autopistas, ciertas calles donde la gente no pelea por lugares para estacionarse; leo tu nombre en los teatros, en el menú de los restaurantes; leo tus pasos en la ruta que sugieren ciertos autobuses. Por aquí, con lo de siempre, escasean los boletos a Borneo y los perros han abandonado las esquinas; escasean los gatos amarillos y los pájaros que prefieren seguir durmiendo antes que cantar. Vamos al carnaval de Mineral del Monte, podemos llevar un muñeco de nieve de avanzada y nuestros soldados de plomo para que nos resguarden de la niebla.
Como sabe, Chivas ganó al América, cosa que me pone sumamente feliz. Por aquí, con lo de siempre, pienso en su risa y en su voz; compro libros que usted nunca leerá porque prefiere caminar otras calles, borrar otros errores en los cuadernos de la escuela. Yo me entretengo buscando nuevos caminos en Ciudad Universitaria, a veces, cuando llueve, me detengo a observar a los albañiles que doblan varillas y suben botes de cemento hasta el piso más alto; a veces silban a las mujeres que caminan por ahí, entonces pienso que es hora de encontrar el camino de regreso. Por aquí, con lo de siempre, es viernes en las ventanas que dan al patio; mi padre llama para preguntar si ha mejorado mi salud, si ya puedo dormir antes de las doce.
Los gatos han organizado una carrera de autos en la azotea; lo anterior es imposible pero así parece, o así se oye. Prefiero las cartas breves, aquellas que sólo te mencionan dos o tres dibujos, sin entrar en detalles; breves trazos donde menciono algo de tu cuerpo y del clima. Las cartas largas me parecen insostenibles; imagino que son puentes que puede derribar el tedio y la tristeza. Por aquí, con lo de siempre, he olvidado tu nombre y me dedico, en consecuencia, a coleccionar las letras necesarias para llamarte de otra forma. Hasta siempre.
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[é]
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